Con un corazón sabio


Las cuestiones epistemológicas, esas que están relacionadas con el conocimiento mismo, olvidaron durante mucho tiempo una gran verdad que nuestro mundo parece haber reclamado como propia para no abandonar jamás, y que todo hombre quizá en su microhistoria y pequeña metafísica cotidiana siempre ha sabido. Que la razón no se agota ni funda en lo meramente intelectual, y que la razón no puede estar ni desprovista ni alejada del hombre entero. La epistemología, por aquello de las ideas, olvidó con frecuencia que somos más que todo eso. Pero todo hombre lo sabía ya, y la filosofía llegó tarde a la razón del hombre humilde y sencillo de campo que admiraba más la tarea filosófica del discurrir mismo que el producto final de tal ejercicio. El hombre sencillo concluía, en ocasiones, mucho antes que el filósofo complejo dónde estaba la meta de todo aquel esfuerzo. Lo que diferenciaba a uno y otro es la distancia permanente entre el pensamiento y la vida. El filósofo por su afán de no dejarse engañar, de cribar y pensar por sí mismo, y el sabio campesino por afán de no traicionar a sus mayores y ejercitar su confianza en los demás.

El corazón siempre ha sido sabio. Aunque sin alabarle en exceso, también traidor y locuaz, hablando más de la cuenta cuando no correspondía y sustentando con cabezonerías y cerrazones la justificación de sus actos. El corazón, también herido como herida está la razón y la persona entera, debe ser sanado y curado. Por un lado del mal de la hipersensibilidad adolescente, y por otro de los resabios de su mayoría de edad. El corazón, terco como él solo, en ocasiones sólo señala sus propias convicciones haciéndose indolente ante el que está más allá de él o no ha sido acogido humildemente en su morada. El corazón, terriblemente dócil a lo ajeno e incapaz de bastarse y saciarse a sí mismo, se deja llevar con facilidad y se coloca con demasiada frecuencia orejeras tipo asno, se envalentona con tanta frecuencia como se acobarda, sufre los latidos del mundo, respira según los vientos y las voces y los gestos, sensible como un tímpano, descorazonador en tantos otros movimientos.

Un pensamiento en “Con un corazón sabio

  1. Epistemologica propuesta¿Acaso el corazon elabora y vive su propia verdad?Me quede pensando largo rato y vino a mi mente el corazon de Jesus.Esta conviccion-devocion que preside mi hogar queda,desde luego al margen de toda investigacion epistemologica,pero ¿que nos dice Jesus cuando nos ofrece su amoroso corazon ?Sigo pensando y pensando…

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