San José de Calasanz, patrono de las escuelas populares


Pequeña biografía. Nace en España, 1557, crece en familia, estudia mucho, es ordenado sacerdote, sirve aquí y allí, y se marcha a Roma allá por 1592 en busca de honores eclesiásticos. Hombre recto, sabe aprovechar el tiempo de su estancia allí ayudando a unos y otros, hasta que se encuentra con los niños pobres en las calles de la ciudad santa, y con ellos permanecerá para siempre. Pensando en hacerles el mejor regalo posible del mundo, e inspirado por Dios, les regala su propia vida, les construye una casa llamada escuela para todos donde aprenderán a navegar en el mismo barco como miembros de una misma familia, funda la última Orden de la Iglesia, los PP. Escolapios, y les dotará de dos remos espectaculares para el viaje a su propia felicidad: la piedad, la fe, el Evangelio; y las letras, la ciencia, la cultura, la razón. En 1648 emprende su viaje definitivo a la Casa del Padre, el 24 de agosto.

Hoy celebramos su memoria, como patrono universal, tanto religiosos como laicos, creyentes y no creyentes de todo el mundo. Sé que hablo con pasión y enamorado, como escolapio. Y no pienso negarlo. El amor hoy no me ciega, sino que me abre los ojos. Amor por Calasanz, amor por los niños y los jóvenes, amor por su vida y su felicidad, amor por la escuela y la educación, enamorado del Evangelio y de Jesucristo. Este amor lo pueden comprender bien todos los creyentes y los no creyentes, los cristianos y no cristianos, los escolapios y los no escolapios. Estamos ante Calasanz, que dejándose mover por el Espíritu, abrió verdaderamente las puertas del nuevo mundo a los niños pobres en los tiempos de la conquista de los nuevos contienentes. Para él la fe y la razón estaban unidas, cuando son humanas y cuando hay amor en cada una de ellas. Para Calasanz hay futuro esperanzado si hoy tocamos, con mino, paciencia y cuidado, el presente de los más pequeños y sabemos acompañar su camino en docilidad. Para él, gran amante de la libertad y de lo sencillo, la meta del hombre está más que clara: la felicidad, que es esperable cuando imbuimos a los niños en lo más humano y en lo más divino.

Hablando así no es de extrañar, y no me extraña ni lo más mínimo, que la tarea de educar diligentemente en piedad y letras fuera estimada, en los tiempos en los que ser maestro era equiparado con dejar de ser alguien, un ministerio, y no un oficio, de carácter sublime. Un ministerio que él definió como: Muy digno por girar en torno a la salvación. Muy noble por ser menester angélico y divino. Muy misterioso por establecer y poner en práctica con plenitud de caridad en la Iglesia un remedio eficaz del mal. Muy beneficioso por ayudar a todos en todo. Muy útil por los numerosos cambios de vida efectuados. Muy necesario para esa corrupción de costumbres y ese predominio del vicio. Muy enraizado en la naturaleza de todos los hombres. Muy conforme a razón para príncipes y ciudadanos, a quienes trae mucha cuenta tener vasallos pero también para promocionarse a si mismos y a su patria obteniendo puestos de gobierno y dignidades aquí en la tierra. Muy de agradecer por parte de los hombres, que lo aplauden unánimes y lo desean en su patria. Muy agradable para quien sea llamado a laborear en esta viña y a trabajar en esta mies tan abundante. Muy glorioso para los religiosos y para aquellos que lo favorezcan y promueven con su autoridad y mercedes.

Con todo lo que hoy se habla de escuela y educación a mí me tiemblan las piernas. Porque me reconozco un privilegiado, con uno de los mejores trabajos del mundo, no exento diariamente de muchas dificultades y contratiempos, con una vocación hermosa que tiene por primer número hacer feliz a los niños y a los jóvenes, y colaborar con sus familias, y que considero que además es camino para hacerme mejor día a día y alcanzar la santidad.

5 pensamientos en “San José de Calasanz, patrono de las escuelas populares

  1. Pasé una parte de mi vida, varios años desde la primaria hasta el bachillerato en medio de estas palabras que desde esos días y hoy en día siempre resuenan en mí, «Piedad y letras». La visión de Calasanz era fascinante para su tiempo y lo sigue siendo porque educación sin el Evangelio detrás pues no calza. La «marca» de mi paso por las aulas de los escolapios queda aún y según puedo ver le dan mucho al mundo aún, en medio de las realidades que vivimos hoy en día. Gracias por recordarnos a este santo y por todo lo que me regalaron a mi, los sacerdotes y religiosas, que como tú desde este noble trabajo nos enseñaron «los primeros rudimentos» y mejor aún, nos enseñaron a pensar.

  2. Gracias por acercarnos a San José de Calasanz a quienes no le conocemos. Este nombre no me sonaba de nada y lo de escolapio tampoco mucho.
    La Iglesia, esa gran desconocida hasta para los que nos sentimos parte de ella. Aunque mientras no ignoremos lo esencial, no es grave el asunto.
    Un abrazo.

  3. Cada vez que leo algo de Calasanz….o que paso frente al colegio quisiera poder vivir de nuevo mi època estudiantil y haber estado en uno de sus colegios…. quisiera sumergirme en su espiritualidad…..interiorizarlo y vivir todos sus valores. Poco a poco lo voy conociendo…. Gracias por unirnos en Calasanz!

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